martes, 29 de enero de 2013

Apuntes.

Recuerdo  con todo detalle cuando entraron en casa y se llevaron a mi padre y como lloro mi madre durante días y días... Después los lloros dejaron paso a un silencio sepulcral, fue entonces cuando comprendí que lo poco que quedaba de mi madre hasta entonces se había esfumado, nunca me había sentido tan sola y con el tiempo asumí que mi padre no volvería nunca y que mi madre se había ido poco a poco para acabar formando parte de la casa como un mueble frió y silencioso. La echaron del trabajo pero tampoco creo que la importara, creo que ya no la importaba nada.
Yo hija de un cristiano irlandés de mala fama por sus activas participaciones en movimientos liberales me vi resignada a intentar encontrar trabajo para evitar que me llevaran a una casa para niños desatendidos. El apellido de mi padre, que era la única maldita herencia que me había dejado consiguió que en mas de una ocasión me dieran con la puerta en las narices.
Los días pasaban y mi madre seguía sin dar la mas mínima muestra de consciencia, se limitaba a mirar por la ventana, todos los días, esperando ver a mi padre doblar la esquina o cualquier otro milagro imposible.
Pasaron varias semanas hasta que mi abuela decidió aparecer por casa, creo que su anciano corazón se compadeció al ver a mi madre aun vestida de luto y acariciando la camisa de mi padre entre sus huesudas manos.
Nadie puedo hacer nada por ella y todos los esfuerzos por traerla a la realidad resultaron totalmente inútiles.
Falleció al poco tiempo.
Yo me fui con mi abuela a vivir a la zona norte de Londres.
Pase la mayor parte del tiempo en la biblioteca de mi abuelo, intentando apartar la soledad que invadía mi cuerpo en momentos duros e impuntuales, que conseguían mantenerme en vela mas de una noche.

2 comentarios:

  1. Dosis de realidad extrema, te leo. Solo quería dejar constancia.

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